BLOG DE ENTRENAMIENTO PERSONAL Y PROFESIONAL

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La emoción de emprender

Reconocer las emociones marcan la diferencia para conseguir los objetivos de forma exitosa en el emprendimiento. Es el complemento perfecto a las competencias técnicas.

Emprender y emociones

Emprender tiene una carga emocional muy fuerte. Si además eres mujer y estas en un entorno rural, ni te cuento, ya que la frustración por la soledad de muchos días, la incomprensión de los que te rodean, la dificultad en el acceso a recursos, la dispersión geográfica, las comunicaciones, etc., hacen que afloren con mayor carga, si cabe, todas las emociones.

La vida misma se forja a base de emociones. Tolo lo que hacemos y lo que pensamos lleva aparejadas emociones que hacen que resulte de una u otra manera. Ese gusanillo de la primera vez de cualquier cosa, esa tristeza por la pérdida, esa desazón por una discusión, etc., hacen que nuestros actos, nuestros pensamientos y, en definitiva, nuestra vida, esté sujeta a las sensaciones que experimentamos en cada momento fruto de la forma en que afrontamos, emocionalmente, esos momentos.

Una hazaña histórica

Cuando una persona toma la decisión de emprender y lo hace, sea por el motivo que sea, se encuentra como cuando Felix Baumgartner pensó en su hazaña de lanzarse desde la estratosfera en caída libre. Seguro que se le disparó la adrenalina sólo de pensar que iba a hacer algo único y que gran parte de los sueños de toda su vida se concentrarían en aquel salto.

A partir de ahí trabajó duro con un gran equipo que le ayudaría a alcanzar su sueño. Durante mucho tiempo se preparó, analizó las posibilidades de aquello y probó, probó muchas veces con un producto mínimo viable que no siempre funcionaba como él había imaginado. Y probaba y se desesperaba, y se arrepentía de algunas decisiones, y se encontraba solo, y se frustraba, y se le hacía enorme el camino. También es verdad que seguro que disfrutó de muchos momentos hasta llegar al salto.

Durante cinco años estuvo preparando ese gran salto. El día del mismo empleó solo en subir a los 39.000 metro dos horas y media para, finalmente, culminar el salto en 4 minutos y 19 segundos.

Justo antes de saltar dijo: «Sé que todo el mundo está mirándome ahora, y deseo que pudiesen ver lo que yo logro ver. A veces, tienes que ir hasta lo más alto para entender cuán pequeño eres. Ahora, regreso a mi hogar«.

He traído hasta aquí esta historia porque me parece muy inspiradora. No deja de ser la historia de un hombre que decide realizar un proyecto en el que se dejará muchas horas, muchos días, en el que tendrá que dejar a su familia en muchos momentos para dedicarse a seguir trabajando por su objetivo.

Un viaje en el se encontrará muchas veces solo y desanimado. Y es por eso, porque la aventura del emprendedor tiene muchas dosis de una historia como esta.

Tú hazaña también es histórica

O acaso tú, lect@r, si eres emprended@r ¿no te has sentido alguna vez sol@?, ¿No te has sentido eufóric@ por los resultados obtenidos?, ¿no te has frustrado por cómo estaban saliendo las cosas?, ¿no te has emocionado cuando alguien ha hablado de ti, tu proyecto o tu empresa?.

Todo esto tiene que ver con las emociones que tan importante resultan reconocerlas para saber en todo momento lo que nos está sucediendo. Porque como la vida misma, vamos a transitar por todas (o casi todas) las emociones durante los acontecimientos de nuestro emprendimiento.

Los sentimientos son el resultado de las emociones, duran más en el tiempo y pueden ser verbalizados.

En todos los aspectos de la vida nos encontramos con situaciones en las que el corazón empieza a latir más deprisa y la respiración se hace intensa y entrecortada. También cuando estamos delante de nuestro sueño, de nuestro proyecto, tenemos sentimientos de cómo se están haciendo las cosas: el empezar, el buscar a nuestros clientes, vender, vender lo suficiente, pensar en pagar todo lo que tenemos que pagar…

En definitiva, tenemos que seguir tragando saliva y seguir adelante, luchando contra viento y marea, y contra nosotros mismos.

Podemos decir que las emociones son estados en los que nos encontramos en función de las situaciones que vivimos de forma habitual.

Distinguir emociones

Las emociones según Paul Ekman, en función de las expresiones faciales a las que se asocian, son involuntarias e inconscientes, teniendo por tanto  un origen biológico.

Esto es, que esas representaciones no verbales de nuestro cuerpo, particularmente el rostro, expresan nuestras emociones y nuestro estado de ánimo. Y así nos vamos viendo todos los días en este viaje del emprendimiento.

El miedo, la rabia, la alegría, la tristeza, la ternura y, por qué no, el erotismo, son emociones básicas que conformarán los estados emocionales en nuestro emprendimiento y de cómo nos hacen sentir las decisiones que tomamos en cada uno de los momentos de nuestra vida como tales.

De todo esto se encarga el cerebro; decir que cada cerebro es único, y por ende cada ser humano, y que todos interpretamos y percibimos de manera particular.

Tres cerebros

Básicamente tenemos tres tipos de cerebros: el reptiliano, que es el más antiguo y dónde están nuestros instintos básicos, el límbico, donde está la amígdala que recoge las emociones básicas y el racional, que es el que nos permite diferenciarnos del resto de mamíferos.

Existen una células en el cerebro que están especializadas en la recepción de estímulos y la conducción de impulsos nerviosos con otras células: las neuronas. De ellas dependen las funciones mentales como la atención, el aprendizaje o la memoria, y las físicas, como caminar, hacer deporte equilibrio etc. Y también son las encargas de registrar y  procesar nuestras emociones. La comunicación entre las neuronas definen lo que somos, lo que hacemos y lo que sentimos.

La comunicación de las neuronas se realiza en el cerebro a través de neurotransmisores como puede ser la Dopamina, que tiene en el cerebro cometidos tan importantes como el comportamiento, la cognición, la actividad motora, la motivación, la recompensa, la regulación de la producción de leche,  el sueño, la atención, el humor y el aprendizaje. La Serotonina que influye en una variedad de funciones corporales y que pueden alterar el estado de ánimo, la ansiedad y la felicidad.

O la Noradrenalina que afecta a partes del cerebro como la amígdala puede aumentar la frecuencia cardíaca, desencadenando la liberación de glucosa  de las reservas de energía e incrementando el flujo sanguíneo y el suministro de oxígeno al cerebro.

Como vemos por los ejemplos de neurotransmisores, la reacción del cerebro a través de ellos tiene que ver con energía, ansiedad, placer, dolor, irritabilidad, humor, apetito sexual, motivación, iniciativa, etc., que experimentamos todos los emprendedores en nuestro devenir diario.

El verdadero emprendedor

Toca ahora decir que el concepto emprendedor lo ligamos a las personas que inician un proyecto empresarial. Pero tenemos que ampliar nuestras miras y pensar que emprended@r es cualquier persona que toma las riendas de su vida para llevarla a buen término de la mejor manera posible.

Distintos estudios hablan de que sentimos antes que pensamos, y esto ocurre porque el trayecto desde la vista a la amígdala es más corto que hasta la corteza cerebral.

Por tanto, si sentimos antes que pensamos, es seguro que una emoción fuerte puede llegar a bloquearnos ya que no seremos capaces de pensar con claridad.

Dos emociones clave en el emprendimiento

En muchas ocasiones se trata a los emprendedores de valientes, como si no tuvieran miedo. Nada más lejos de la realidad, el hecho de ser valiente no significa no tener miedo, es enfrentarse a él. Es como hacen los emprendedores, enfrentarse a esos miedos de forma tal, que los convierten en retos constantes. Porque el emprendedor siente miedos, pero adquiere la capacidad de enfrentarse a ellos y de conseguir atenuar la sensación de miedo.

Por tanto el emprendedor es valiente, sí, siente miedos, sí, se enfrenta a ellos, sí, y convive en una sensación constante de aprendizaje para mantenerse alerta y distinguirlos.

En todos los procesos en los que he acompañado, tanto de particulares, como de empresarios y directivos, como de emprendedores, deportistas o políticos, el miedo es la emoción que más veces ha aparecido. Y he llegado a la conclusión de que hay que combatir esta emoción desde otra, es decir, hay que salir de ella, y el camino más corto es encontrar otra que nos aleje rápidamente de la misma.

Muchas veces el camino del emprendedor se encuentra lleno de puertas cerradas, de reacciones que no conocemos por parte de los clientes, de la previsión rota por algún acontecimiento o de la falta de liquidez por retrasos en pagos o no conformidad. Y eso da miedo, porque en la mayoría de las ocasiones, como ya he dicho, el emprendedor se está jugando todo su patrimonio y toda su reputación.

Otra de las emociones que se produce en el emprendimiento es la felicidad, la felicidad de haberlo conseguido, de empezar a generar ingresos con tu sueño, de saber que puedes hacerlo. Una exaltación de esta emoción, un estado intenso de la misma nos lleva a la euforia, que es un estado emocional.

Y debemos saber reconocerla y gestionarla porque nos puede alejar de la realidad y provocar lo que llamo «morir de éxito» al desatender muchos aspectos por lo bien que está funcionando todo y provocar que tomemos decisiones incorrectas.

Busca quien te acompañe

Este camino de emprender puedes hacerlo solo, pero te recomiendo que busques mentores que te acompañen para reconocer tus emociones, que te ayuden a pensar constantemente en tu modelo de negocio, que te reten para conseguir nuevas metas, que te inspiren para agrandar tu mercado o entrar en nuevos y que te hagan crecer como empresario y como persona.

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